Lamentablemente no hubo tiempo para postear una invitación formal ya que esta movida se terminó de armar el jueves 5 y el viernes 6 salimos a la ruta las 10,00 has, desde la YPF de Brandsen. Tomamos la ruta 29 hasta Ayacucho y de allí tomaríamos la ruta 74 hasta Tandil.
El frio era intenso, pero el entusiasmo estaba al tope y todos estábamos muy bien abrigados, por lo tanto no hubo problemas de ningún tipo, Joaquín estaba tan ávido de ruta que pico en punta, puso su moto a 140 km por hora hasta General Belgrano, nosotros atrás un poco sorprendidos, paramos a cargar nafta y le pregunto ¿Qué te pasa? Huf!! Estaba como loco…., le brillaban los ojos de felicidad…..En la estación de servicio encontramos un personaje increíble, andaba en una bicicleta tipo moutanbike tirando un Kayak, más la carpa, más bolsa de dormir y ropa……….un loco lindo!!!, venia de CABA e iba hacia Magdalena y después vería….había armado la carpa al lado de la YPF de Belgrano que esta sobre la 29.
Teníamos idea era ir a almorzar a Tandil pasando por Ayacucho, y de allí a Necochea pasando por Lobería.
Llegamos a Tandil, comimos en una parrilla de las afueras de la ciudad una selección de carnes que tenían en promoción, por supuesto todo bien regado con un Malbec (solo Joaquín y yo porque Pablo toma gaseosa) todo muy bueno. Debo decir que en la primera parada empecé a notar una pérdida de aceite de mi V Strom bastante preocupante, mire por todos lados de donde podría venir y no alcanzaba a darme cuenta de donde era, razón por la cual cada parada controlaba el nivel que había empezado a bajar y me preocupé mucho más, pero en ningún momento pensé en volver, a la sumo le agregaría aceite, pero no me volvía, esa no era una opción en mi cabeza.
Terminamos el almuerzo y saliendo de Tandil tomamos la ruta 226 que va a Balcarce y Mar del Plata hasta el cruce con la 227 que pasa por Napaleufú y Lobería rumbo a Necochea, realmente una ruta espectacular…en todo sentido, los sembradíos y los campos con suaves cuchillas, subidas y bajadas, el cielo muy celeste, un hermoso, el viento era muy suave, el paisaje que se multiplicaba por toda la ruta, muy poco tránsito, espectacular para motos y tripulantes, mucho disfrute……
Llegando a Necochea decidí ver a algún mecánico, pregunte en una casa de venta de motos y me recomendaron uno que quedaba cerca, resultó ser un tipazo, muy amable, y un grosso en mecánica, ya que había corrido el Dakar en dos oportunidades como mecánico, no me acuerdo acompañando a quien, la verdad es una suerte enorme encontrar a alguien así cuando tenes un problema con la moto. Ahí nomás desarmo la moto y me dijo “pierde por el retén de piñón”, “pero solo tira aceite cuando esta parada por la inclinación de la muleta, en marcha no pierde”, aquí Necochea es casi imposible que haya ese repuesto, -me dice- ya eran las 17,00 has, “nada que hacer”, me dijo “voy a limpiar todo cuidadosamente y armamos así, quizá con suerte no pierda”. “En el peor de los casos le agregas aceite, no va a pasar nada”. Debo aclarar que el día anterior había hecho cambiar la transmisión completa y tal vez al colocar el piñón tocaron algo, nunca lo voy a saber… finalmente limpió y armó todo cuidadosamente y mágicamente…..No perdió más! increíble!!!.
El hotel que había reservado de apuro era de 5ta….así que decidimos buscar otro dando varias vueltas recalando en uno llamado Necochea, frente al mar, que resulto espectacular, un desayuno casi continental, cocheras cubiertas, habitaciones muy lindas, nos dio dos habitaciones bien calefaccionadas, con un buen televisor y nos cobró por una sola, nos atendió a cuerpo de rey y encima nos hizo un descuento por ser motociclista y no solicitarle factura, por supuesto pagamos en efectivo. El viernes a la noche yo estaba muy descompuesto por la el atracón del mediodía, así que hice ayuno, no acompañe a Joaquín y Pablo a cenar.
El sábado amaneció muy nublado, mientras desayunamos comenzó una lluvia muy intensa, eran las nueve de la mañana, terminamos y nos aprestamos a salir, Joaquín estaba contento porque le gusta viajar con lluvia, Pablo no tenía mayores problemas y yo estaba a la puteadas porque odio viajar con lluvia, pero éramos tres y la mayoría decidió salir igual así que acepte viajar.
Nos calzamos los trajes para agua, más los de abrigos porque la temperatura estaba en tres grados sobre cero y había bastante viento, Pablo queria contemplar el mar en un dia de lluvia y viento asi que hicimos una pasada por la costanera cruzando la calle y contemplamos un espectaculo extraño, todo se via gris, el cielo y el mar, solo la espuma se detectaba medio blanca, lindo de ver.
Salimos rumbo a Tres Arroyos, teníamos 170 km que recorrer para llegar allí, ya en la ruta el viento cruzado era bastante fuerte y el frio muy intenso, el agua nos pegaba en forma cruzada, era un chaparrón importante, lo bueno era que casi no encontramos camiones y pocos autos, porque los pocos que pasamos fueron complicados por el spray y el viento que se cortaba cuando entrabamos en la succión del camión o colectivo, para luego al salir de la misma nos abarajaba el viento y nos corría un metro hacia la banquina contraria. Así viajamos más de 50 kilómetros, luego paró la lluvia un tramo, personalmente creí que no llovería más, pero más adelante, 30 kilómetros antes de llegar a Tres Arroyos nos agarró otro chaparrón más fuerte que el anterior pero de frente ya que habíamos doblado con rumbo oeste, lo que hizo que tuviéramos viento de frente, yo tenía que sacar la cabeza del parabrisas del V Strom, porque éste deflecta mucho el viento entonces no me pegaba y no limpiaba la visera del casco y junto a que se empañaba no veía nada….…a todos nos paso igual.
Finalmente llegamos a Tres Arroyos, paramos en una estación de servicio para acomodarnos un poco y decidir si almorzábamos allí o seguíamos a Pringles, decidimos quedarnos a comer a ver si amainaba un poco.
Fuimos al centro de esa hermosa ciudad, la cual impresiona por lo linda que es, lo limpia que esta y la amabilidad de sus pobladores, recalamos en un bolichón de la calle principal, los parroquianos se acercaban a ver la motos, a preguntarnos de donde veníamos y charlar un ratito sobre nuestro periplo, todo muy ameno, allí comimos muy bien.
Mientras estábamos almorzando, milagrosamente de a poco se comenzó a despejar y salió el sol, el cielo se tornó celeste intenso y se despejo tanto que casi no había más nubes, la tormenta había sido llevada hacia el este por el intenso viento.
Con la panza llena y sin frio en el cuerpo, salimos rumbo a nuestro destino final, Coronel Pringles. La ruta fue de todas las más linda, definitivamente la disfrutamos intensamente, el cielo, el campo, las ondulaciones del terreno, los sembrados, la soledad, el ronroneo parejito del motor de la moto y cada uno de nosotros con su propio pensamiento, en mi caso pensando lo hermoso de nuestra querida patria, en lo rica y diversa que es, en mi familia, y le di gracias a Dios por permitirme vivir ese momento montando mi moto…. naaaaaaaa!!! Espectacular!!!!!!
Nos alojamos en el hotel Pringles, un viejo hotel que tiene lo necesario, nada de lujo, pero muy limpio, calefaccionado, cochera y un súper precio!!. Tiene además un restaurante de primera, que fue donde finalmente cenamos, porque a la moto cena………..no fuimos!!!!!!!!. Sucedió que habían cambiado el lugar del salón donde se hacía, nos pasaron una dirección a la que fuimos y no encontramos nada, no teníamos teléfonos de nadie de los organizadores, no sabíamos a donde ir entonces decidimos volver al hotel, al llegar a eso de la nueve de la noche, vimos el restaurant muy bien puesto, la noche estaba muy fría y la tentación pudo más, nos quedamos cenar, sabiendo que teníamos el cuarto a veinte metros.
Cenamos como leones, por supuesto bien regado con buen Malbec, una muy larga sobremesa, charla, anécdotas y planes de futuros viajes……a la una de la mañana a dormir, la noche pintaba muy fría y había mucho sueño.
El domingo amaneció soleado, sin viento y la temperatura era de tres grados bajo cero!!. Desayunamos regular, (medio pobre el desayuno) y a eso de las 10 de la mañana salimos por la ruta 51 rumbo a Olavarría, mucho frio, pero muy soleado, la ruta en domingo estaba despejada de tránsito, así que nos permitió andar bastante ligero, llegamos a Olavarría, luego a Azul, allí tomamos la ruta 3 con rumbo hacia Las Flores, eran las 12.45 hs, pensábamos comer allí, pero sabiendo que la sobremesa seria larga, queríamos estar más cerca de nuestras respectivas casas, así que nos largamos hasta San Miguel del Monte donde hay un restaurant muy tradicional, se llama “La Enramada” (allí trabajó Fillol en su infancia y adolescencia lavando copas, antes de ir a jugar a Quilmes). Allí paramos a almorzar sabiendo que era nuestra última parada de este lindo viaje, comimos como siempre abundante, bien regado con Malbec (infaltable en todas las comidas), nos despedimos ahí sabiendo que ya no pararíamos hasta llegar a nuestros hogares.
Yo arranque primero rumbo a ruta 215 y llegue a Brandsen en la punta, salude con la mano en alto a Joaquín y Pablo que venían detrás de mí y que ya habían llegado a destino, a mi me falta un tramo más aún. Me despedí así de mis compañeros de viaje, todos estábamos muy contentos y conformes con las jornadas que nos había tocado vivir, no importo el frio, ni la lluvia, todos sentimos que haber rodado casi 1800 km en buena compañía, por bellos lugares y con las motos funcionando perfecto, fue definitivamente hermoso.
Llegue a mi casa para abrazar a mi hijo y a mi esposa que me esperaban ansiosos y le di gracias a Dios por permitirme vivir esta ruteada en dos ruedas……espero que pronto se repita.
Ojala no se hayan aburrido con un relato tan largo, pero me cuesta escribir poco……..un cordial saludos a todos los colegas que lean esto.



Ler dejo algunas fotos, no muchas porque sacarse los guantes para manipuloar la camara, era un garron.



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